Resurrección Digital: ¿Una nueva forma de honrar o una ilusión del duelo?
Resurrección Digital: ¿Una nueva forma de honrar o una ilusión del duelo?
By Adriana Páez Pino

Cada semana, en mi blog de LinkedIn "Descubriendo la IA en el trabajo" y en mi página IAvanza.co, comparto reflexiones sobre cómo la inteligencia artificial está transformando el mundo laboral y nuestras vidas cotidianas. Sin embargo, esta semana ha sido diferente. En medio del duelo por la pérdida de un ser querido, he sentido la necesidad de explorar cómo la IA también está impactando algo tan humano y profundo como el duelo. En el funeral de mi primo, un colibrí voló alrededor de la iglesia. Ese pequeño ser alado, que él tanto amaba, parecía ser un recordatorio de que su espíritu aún estaba con nosotros. Esta experiencia me hizo reflexionar sobre cómo la tecnología, específicamente la IA, está cambiando nuestra manera de procesar la muerte y mantener vivos los vínculos con quienes ya no están físicamente entre nosotros. En un mundo donde es posible interactuar con avatares y chatbots que recrean las personalidades de los fallecidos, surge una pregunta inevitable: ¿nos ayuda o nos afecta el avance de la IA en nuestra forma de recordar y honrar a los que hemos perdido?
En un mundo donde es posible interactuar con versiones digitales de nuestros seres queridos fallecidos, surge una pregunta inevitable: ¿nos ayuda la IA a sanar o prolonga el dolor?
1. La Resurrección Digital: ¿Una nueva forma de duelo?
La resurrección digital es un concepto relativamente nuevo, que ha surgido de la mano de los avances en inteligencia artificial y el análisis masivo de datos. Esta tecnología permite recrear una versión digital de una persona fallecida, utilizando la información que esa persona dejó en vida: fotos, videos, audios, mensajes de texto, correos electrónicos e incluso interacciones en redes sociales. A partir de estos datos, la IA es capaz de generar una simulación de la persona que imita su voz, comportamiento y personalidad, creando una experiencia que para muchos puede ser reconfortante, aunque también genera inquietudes.
Empresas como Eterni.me y StoryFile lideran este mercado emergente. Eterni.me, por ejemplo, ofrece la posibilidad de crear un avatar digital de una persona fallecida que simula sus respuestas a preguntas y comentarios, proporcionando a los seres queridos una forma de "conversar" con ellos después de su muerte. Por su parte, StoryFile se ha utilizado para preservar las historias de sobrevivientes del Holocausto, creando un vínculo post mortem con las futuras generaciones a través de testimonios interactivos. Estas experiencias se basan en el uso de tecnologías avanzadas de IA que procesan grandes cantidades de datos para replicar la forma de hablar y actuar de los fallecidos.
A medida que esta industria crece, surgen preguntas sobre su impacto emocional. La posibilidad de interactuar con un avatar de un ser querido fallecido puede ofrecer consuelo, especialmente para quienes sienten que quedaron conversaciones pendientes o necesitan una última conexión. Para algunos, escuchar una vez más la voz de esa persona o hacerle una pregunta que nunca se atrevieron a formular en vida puede ser un alivio emocional.
La IA nos ofrece nuevas formas de recordar a quienes amamos, pero ¿hasta qué punto estas simulaciones digitales honran su memoria o crean una ilusión que distorsiona el duelo?
2. Los Deadbots: Chatbots para la eternidad
Los deadbots son una manifestación específica dentro de la resurrección digital. Se trata de chatbots avanzados diseñados para replicar el estilo de comunicación, personalidad y comportamiento de personas fallecidas. Para muchas personas, interactuar con un deadbot es una forma de mantener vivo el recuerdo de un ser querido a través de una simulación digital que utiliza datos recopilados en vida. Estos chatbots funcionan a partir de tecnologías de inteligencia artificial que analizan enormes cantidades de información personal, desde mensajes de texto hasta publicaciones en redes sociales, permitiendo que el chatbot responda de manera coherente, imitando la forma en que esa persona se comunicaba en vida.
Plataformas que Ofrecen Deadbots
Existen varias plataformas tecnológicas que han aprovechado esta idea para ofrecer servicios que permiten a los usuarios crear y utilizar deadbots. Aquí algunos de los ejemplos más conocidos:
• Replika: Originalmente creado por Eugenia Kuyda como una herramienta de conversación para quienes desean crear un avatar digital de sí mismos, Replika ha sido utilizado por muchas personas para simular interacciones con seres queridos fallecidos. Aunque no está específicamente diseñado para recrear a los muertos, los usuarios lo han adaptado para mantener "conversaciones" con aquellos que ya no están.
• Character.AI: Esta plataforma permite a los usuarios crear personajes impulsados por IA, incluyendo la opción de simular a personas fallecidas. Los usuarios pueden personalizar la personalidad del chatbot y añadir grabaciones de voz para hacerlo más realista, lo que facilita una interacción más inmersiva con la versión digital del fallecido.
• Proyecto Diciembre: Utiliza tecnología similar a ChatGPT para permitir a los usuarios crear chatbots inspirados en sus seres queridos fallecidos. Esta plataforma ha ganado popularidad gracias a su capacidad para replicar la personalidad a partir de los datos que los usuarios proporcionan, brindando la sensación de "volver a hablar" con sus familiares o amigos.
• HereAfter AI: Ofrece una experiencia inmersiva en la que las personas, mientras aún están vivas, responden a cuestionarios y cargan datos personales para que, después de su muerte, sus seres queridos puedan interactuar con un chatbot que reproduce sus respuestas, gestos y personalidad.
¿Es correcto crear avatares digitales de personas fallecidas sin su consentimiento? La resurrección digital plantea preguntas éticas que aún no hemos respondido.
3. Ética en la era de la IA: ¿Dónde trazamos la línea?
La resurrección digital y los deadbots nos enfrentan a dilemas éticos complejos que aún no han sido completamente abordados. Uno de los principales desafíos es el consentimiento: muchas personas fallecen sin dejar instrucciones sobre si quieren ser "resucitadas" digitalmente. ¿Es ético crear avatares o chatbots sin su autorización explícita? Esta falta de regulación genera preguntas sobre quién tiene el derecho de tomar estas decisiones y si es justo para el fallecido.
La privacidad post mortem también es un tema crítico. En muchos países, los datos personales no están protegidos después de la muerte, lo que deja la puerta abierta a la explotación comercial de las identidades digitales. La creación de deadbots a partir de datos personales plantea el riesgo de que la información sea manipulada o utilizada con fines no deseados.
Además, está el impacto emocional en el proceso de duelo. Aunque estas tecnologías pueden proporcionar consuelo, también podrían prolongar el dolor al impedir que los dolientes acepten plenamente la muerte. El riesgo de dependencia emocional hacia un deadbot puede interferir en el proceso natural de "dejar ir", un aspecto clave para avanzar en el duelo.
Por último, debemos preguntarnos sobre la comercialización del duelo. La creciente industria de la resurrección digital y los deadbots genera preocupación sobre si estas empresas están priorizando el lucro sobre el bienestar emocional de las personas. Sin una regulación adecuada, existe el riesgo de que la inmortalidad digital se convierta en un producto más, comercializando la memoria y el duelo.
Mientras la tecnología avanza, el duelo sigue siendo una experiencia profundamente humana. ¿Estamos preparados para que la IA forme parte de cómo recordamos y honramos a nuestros seres queridos?
4. ¿Homenaje o Ilusión?
La resurrección digital y los deadbots nos invitan a cuestionar si estas tecnologías realmente honran a nuestros seres queridos o si crean una ilusión que puede distorsionar nuestra relación con la muerte. Para muchas personas, interactuar con una versión digital de alguien que ya no está puede ofrecer una sensación de consuelo y cercanía, pero también puede generar confusión emocional. ¿Estamos buscando mantener vivo un vínculo auténtico, o nos aferramos a una réplica que nunca podrá reemplazar la esencia real de la persona que perdimos?
El proceso de duelo es profundamente personal, y cada individuo lo vive de manera diferente. Para algunos, el simbolismo en pequeños gestos, como el colibrí que rondó el funeral de mi primo, puede ser un recordatorio más poderoso y reconfortante que cualquier avatar digital. Estos momentos nos conectan con los recuerdos y la presencia de los que amamos de una manera que las simulaciones tecnológicas no pueden replicar. La interacción con un avatar o deadbot puede, en algunos casos, ser reconfortante, pero también existe el riesgo de que prolongue un vínculo ilusorio que impida avanzar emocionalmente.
En última instancia, la pregunta es: ¿realmente necesitamos estas tecnologías para honrar a nuestros seres queridos? Mientras que la IA nos ofrece nuevas formas de recordar, debemos ser conscientes de sus limitaciones y del impacto emocional que puede tener. El verdadero homenaje a quienes amamos puede estar en los recuerdos que cultivamos, en los símbolos que aparecen en nuestra vida, y en cómo elegimos mantener viva su memoria, sin depender necesariamente de una réplica digital.
El verdadero homenaje a quienes amamos puede no estar en una simulación digital, sino en los recuerdos y símbolos que mantienen viva su presencia en nuestro día a día.
La resurrección digital y los deadbots son dos de esas herramientas, pero su uso debe ir acompañado de una reflexión ética y emocional. No se trata solo de mantener vivos los recuerdos, sino de hacerlo de una manera que nos permita sanar.
Al final, ya sea a través de la tecnología o de los símbolos que la vida nos ofrece, cada uno debe encontrar su manera de honrar y recordar a quienes ya no están. Porque, aunque la IA nos ofrezca una manera de interactuar con una versión digital de nuestros seres queridos, quizás el verdadero homenaje esté en cómo los mantenemos vivos en nuestra memoria y en los gestos cotidianos que nos los recuerdan.
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