El Futuro del Trabajo Femenino en Latinoamérica: ¿Estamos Haciendo lo Suficiente

By Adriana Páez Pino

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La semana pasada, al leer el informe Mujeres en el Lugar de Trabajo 2024 de McKinsey, me inspiré a reflexionar sobre el papel de la mujer en la inteligencia artificial (IA). En un mundo cada vez más impulsado por la transformación digital, nosotras, las mujeres, tenemos la oportunidad de no solo participar, sino también liderar en esta revolución tecnológica. En mi blog Descubriendo la IA en el trabajo, que también publico semanalmente en IAvanza.co, exploramos cómo la IA puede convertirse en una herramienta clave para impulsar la equidad de género en el entorno laboral.

La IA ofrece a las mujeres nuevas oportunidades para liderar en un entorno laboral en constante cambio.

 

1. Avances y desafíos persistentes en la región

En los últimos años, las mujeres en Latinoamérica han comenzado a ocupar roles más visibles en el ámbito laboral, incrementando su participación en sectores tradicionalmente dominados por hombres. Sin embargo, estos logros siguen siendo desiguales, especialmente en el acceso a puestos de liderazgo.

El informe Mujeres en el Lugar de Trabajo 2024 de McKinsey revela que las mujeres latinas enfrentan barreras tanto en su entrada al mercado laboral como en su promoción a puestos de mayor responsabilidad. Este fenómeno, conocido como el "escalón roto", describe la dificultad de obtener la primera promoción a gerente. De cada 100 hombres promovidos a gerente, solo 81 mujeres logran el mismo ascenso, y las cifras son aún más bajas para las mujeres de color, incluyendo a las latinas.

En Latinoamérica, estas barreras se ven agravadas por factores culturales y responsabilidades de cuidado, que limitan el desarrollo profesional de muchas mujeres, incluso en sectores como la tecnología y la inteligencia artificial. Para abordar estos desafíos, las organizaciones deben adoptar políticas más inclusivas, incluyendo mentorías y desarrollo profesional, que permitan a las mujeres avanzar sin sacrificar su vida personal.

Las mujeres latinas enfrentan grandes obstáculos para alcanzar roles de liderazgo, incluyendo el "escalón roto".

2. Las barreras culturales y estructurales

A pesar de los avances en la inclusión de las mujeres, las barreras culturales y estructurales siguen siendo uno de los mayores obstáculos en Latinoamérica. Estas barreras perpetúan una cultura laboral que dificulta la equidad de género, especialmente en sectores clave como la tecnología y la inteligencia artificial.

El informe Mujeres en el Lugar de Trabajo 2024 de McKinsey destaca que cuatro de cada diez mujeres en la región reportan ser las principales responsables de las tareas domésticas, lo que aumenta la brecha entre hombres y mujeres en cuanto a oportunidades laborales y desarrollo profesional. Aunque muchas empresas han implementado medidas como la flexibilidad laboral y programas de apoyo, estas iniciativas no siempre son suficientes o efectivas, y su implementación sigue siendo desigual.

La IA tiene el potencial de transformar el entorno laboral, pero si no se incluyen a las mujeres en el desarrollo y liderazgo en este campo, existe el riesgo de que las brechas se amplíen en lugar de cerrarse. Para superar estas barreras, las organizaciones deben adoptar enfoques estructurales que promuevan la equidad, desde eliminar los sesgos en los procesos de contratación hasta ofrecer beneficios como políticas de cuidado infantil y licencias parentales inclusivas.

Las responsabilidades domésticas y los sesgos culturales siguen limitando el avance de las mujeres en Latinoamérica.

3. Flexibilidad laboral: una oportunidad para el cambio

La flexibilidad laboral se ha consolidado como una herramienta clave para mejorar la participación y bienestar de las mujeres en el lugar de trabajo, especialmente en Latinoamérica, donde las responsabilidades de cuidado recaen de manera desproporcionada sobre ellas. El informe Mujeres en el Lugar de Trabajo 2024 de McKinsey señala que ocho de cada diez empleados han percibido mejoras en la flexibilidad laboral durante la última década. Esta flexibilidad ha permitido a muchas mujeres tener un mayor control sobre su tiempo, reducir el agotamiento y mejorar su productividad.

En Latinoamérica, donde las desigualdades en el reparto de las tareas domésticas siguen siendo significativas, el trabajo remoto ha proporcionado un alivio para aquellas mujeres que deben equilibrar múltiples roles. Sin embargo, el acceso a esta flexibilidad no es equitativo para todas las trabajadoras, y el informe alerta sobre un posible retroceso en su implementación, ya que algunas empresas buscan regresar a modelos tradicionales de trabajo presencial. Este cambio podría tener un impacto negativo, dado que las mujeres han sido las principales beneficiarias de estas políticas de trabajo remoto.

La inteligencia artificial también puede potenciar la flexibilidad laboral al facilitar la automatización de tareas y mejorar la comunicación remota, permitiendo a las empresas crear modelos más inclusivos y sostenibles. Para que esto sea efectivo, las organizaciones deben integrar estas tecnologías de manera equitativa, asegurándose de que las trabajadoras tengan acceso a las habilidades necesarias para aprovechar las oportunidades que la IA ofrece. De esta forma, la flexibilidad laboral no solo mejorará la productividad, sino que también contribuirá a cerrar la brecha de género en el entorno laboral.

La flexibilidad laboral es clave, pero su acceso desigual amenaza con aumentar las brechas de género.

4. El compromiso con la equidad de género debe ser constante

El informe Mujeres en el Lugar de Trabajo 2024 revela una preocupante disminución en el compromiso de las empresas con la equidad de género. Según el informe, solo el 32% de las mujeres considera que su empresa está verdaderamente comprometida con la diversidad de género, lo cual pone en riesgo los avances logrados, especialmente en Latinoamérica, donde las brechas de género en el liderazgo ya eran significativas antes de la pandemia.

Para generar un cambio real, las organizaciones deben priorizar la equidad de género de manera sostenida. Esto implica implementar políticas inclusivas a largo plazo, como programas de mentoría, desarrollo profesional y patrocinio para mujeres, y garantizar que las futuras generaciones de líderes femeninas tengan acceso a las mismas oportunidades que sus colegas varones.

El compromiso debe ir más allá de medidas superficiales. Las empresas deben rendir cuentas de sus progresos, monitoreando y evaluando los resultados en términos de inclusión y diversidad, para asegurar que los esfuerzos no pierdan fuerza con el tiempo. Los líderes empresariales tienen un papel clave en promover una cultura organizacional que valore la diversidad, ya que las empresas que no adopten esta visión corren el riesgo de perder tanto talento como competitividad.

Las empresas deben priorizar la equidad de género con políticas a largo plazo y rendir cuentas de sus avances.

 

5. Mirando hacia el futuro: una paridad aún lejana

A pesar de los avances de los últimos años, la paridad de género en el lugar de trabajo sigue siendo un objetivo distante, especialmente en Latinoamérica. Según el informe Mujeres en el Lugar de Trabajo 2024 de McKinsey, al ritmo actual de progreso podrían pasar casi 50 años antes de que se logre una verdadera paridad en las posiciones de liderazgo. Esto refleja que, aunque se han dado pasos importantes, el cambio es demasiado lento para resolver las profundas desigualdades, en especial para las mujeres de color.

Uno de los principales desafíos en la región es el "escalón roto", que impide que las mujeres sean promovidas a roles de liderazgo en igualdad de condiciones. Por cada 100 hombres promovidos a gerente, solo 81 mujeres alcanzan el mismo ascenso, y esta cifra es aún más baja para las mujeres latinas y otras minorías. Esta disparidad perpetúa la desigualdad en los niveles superiores de las organizaciones, donde se toman decisiones clave.

Para cerrar estas brechas, es fundamental que las empresas en Latinoamérica inviertan en el desarrollo de competencias digitales para sus colaboradoras, especialmente en sectores tecnológicos como la inteligencia artificial. Además, deben medir su progreso hacia la paridad de género y rendir cuentas de sus avances. Solo mediante un compromiso activo y sostenido será posible acelerar el cambio hacia una mayor equidad en el entorno laboral.

Aún estamos lejos de alcanzar la paridad de género, pero invertir en competencias digitales puede acelerar el cambio.

El camino hacia la equidad de género en el trabajo sigue siendo largo, pero la inteligencia artificial puede ser una aliada clave para acelerar este proceso. A medida que las organizaciones en Latinoamérica adoptan nuevas tecnologías, es esencial que el liderazgo femenino y la inclusión estén en el centro de esta transformación. Ahora es el momento de que las empresas actúen, invirtiendo en el desarrollo de competencias para las mujeres y comprometiéndose a cerrar las brechas de género.

Nosotras, como mujeres, debemos tomar la iniciativa, formándonos en habilidades digitales y tecnológicas, y aprovechando las oportunidades que nos ofrece este nuevo entorno. El futuro depende de que cada una de nosotras esté preparada y presente en estos espacios en evolución.

Buena semana,

Adriana Páez Pino